miércoles, 19 de noviembre de 2014

México, el paciente más necio

Otra comparación de políticas sociales y económicas entre México y Dinamarca

Artículo escrito por Alejandro Limón Portillo.

Quizá la solución viene desde la cocina. “Ellas lavan platos, ropa, cocinan, y se dedican a la casa. ¿Nosotros? Nosotros les llevamos el pan”. Error, mexicanos, el científico Geert Hofstede[i] descubrió que sociedades con mayor equidad de género resultan ser más felices. Y como recordarán, en mi artículo pasado vimos dos ejemplos de cómo Dinamarca lidera el rubro: mujeres con mejores resultados académicos que varones y una política de maternidad que incluye forzosamente al padre. Los resultados de felicidad ya los conocemos.

Cada año, el World Economic Forum publica el Global Gender Gap Report[ii], un índice de medición de igualdad de género, donde el número 1 representa la total igualdad, y el 0 lo opuesto. Los cinco primeros lugares de este año los lideran los nórdicos: Islandia (.859), Finlandia (.845), Noruega (.837), Suecia (.816) y Dinamarca (.802). Y, ¿dónde están las señoras de la casa?”, diría Peña Nieto. Bueno, están en la lavandería buscando un arduo 80° lugar, y reprobando la materia con un .6900 (usando la escala del sistema Tec de Monterrey). Así es, detrás de países como Senegal, Israel, Botsuana, Kazakstán, Kenia, etc. Usar la comparación de esta manera no es un insulto hacia esos países, sino un cumplido. Es admirable que con considerablemente menos recursos que nosotros logren superarnos en este ámbito.

Hofstede definió los valores masculinos como: acción, jerarquía, poder y nacionalismo, y los nombró “verticales”. A los femeninos (horizontales) les asignó colaboración, intuición, comunidad e igualitarismo. En su estudio observó que los países felices tienden a tener una estructura de valores horizontales (ej. Suecia, Dinamarca, Islandia), mientras que países con valores verticales (ej. Japón, Corea del Sur, Turquía) son muy inferiores en términos de felicidad. Basándome en la teoría de Hofstede, encuentro una posible explicación a esto:

Las sociedades que tienen baja igualdad de género tienden a beneficiar más al varón, el cual tendrá relativamente un más fácil acceso a puestos altos que la mujer. Esa sociedad tendrá roles laborales: hombres irán a producción y mujeres tendrán el papel de apoyo. Este sistema de apartar a las mujeres de altos puestos carga mucho estrés al hombre, que convive (compite) con otros hombres (de la misma sociedad) con mismo esquema de valores verticales. Entonces la jornada laboral se convierte en un juego de guerra de desgaste (en teoría de juegos se llama war of attrition). Pero todos en algún momento nos cansamos de competir. Sin embargo el trabajo no es un juego, y uno no puede simplemente retirarse, la mayoría tiene ataduras económicas y debe continuar laborando. Y, ¿qué es, sino una disminución de la felicidad, el tener que trabajar a la fuerza? El sistema de patriarcado hace al mismo hombre su víctima, teniendo como resultado que la mujer, libre del mismo, resulte más feliz. Pero Dinamarca no juega a esto, y los resultados hablan por sí solos. Así que caballeros, podemos empezar por lavar los platos esta noche.

Siendo Suecia vecino de Dinamarca considero que vale la pena comentar brevemente las medidas que tomaron para reducir la prostitución[iii], más aún cuando en Estocolmo, la capital, a solo cinco años de introducir la política, se redujo la cantidad de prostitutas en 2/3, y la cantidad de clientes en un 80%. Pero, ¿cómo lo hicieron? Penando el exceso de valores verticales. Los suecos consideran la prostitución como un acto de agresión del hombre hacia la mujer, que continuará siempre y cuando haya demandantes del servicio, pero si se logra penalizar al comprador, se acabará con la demanda, y pronto con la oferta. Se crearon agentes de policía encargados solo de ese asunto, y se les capacitó a profundidad a base de educación; tenían que convencerse de que la prostitución era un daño a la mujer. Un sistema de incentivos (becas por dejar la labor) que motivaba a las prostitutas a dejar su labor, y una campaña para educar a la población en general, respaldaron el movimiento. Reduciendo valores verticales minimizaron la prostitución, aumentaron igualdad de género y confirmaron que esta sí contribuye a mejorar el bienestar de la población.

¿Neoinstitucionalistas económicos?

Estos países nórdicos son el vivo ejemplo de cómo las instituciones afectan al país. En el caso de la igualdad de género, el buen diseño de la institución correspondiente hizo que la situación de las mujeres cambiara, que se modificaran actividades laborales de la población,  que mejorara el nivel de felicidad nacional y que la cultura evolucionara, cambiando entonces el ADN del país.  Quizás el mandarlas al diablo no sea la mejor solución tanto para gobernar un país como para ganar votos, ¿verdad AMLO?

Sucede lo mismo en México, nuestras instituciones nos definen. El IMSS, el CONACYT, la COFECO, SEDESOL, el INEGI, el INE (antes IFE), la SEP, la CONADE, entre otras, determinan nuestra educación, salud, acceso a bienes y servicios, seguridad, democracia, economía y demás, que son sin duda el alma de México. Pero, ¿qué tanto nos afectan? A continuación un ejemplo:

Teniendo una mala institución encargada de la educación obtenemos niños sin una preparación necesaria para laborar profesionalmente. Al no ser requeridos por la economía caen al desempleo, de donde les surgirán dos opciones:

a)      Buscar un oficio
b)      Dedicarse a la delincuencia

Si siguen la opción A, tendremos oficios que resultan ser típicamente mexicanos (algunos traspasados de generación en generación): boleadores de zapatos, organilleros, mariachis, manejadores de trajineras, malabaristas de semáforo, preparadores de esquites, micheladas y espiropapas con limón y salsa, taqueros, carpinteros, productores de dulces de leche y hasta vendedores de películas piratas.

Si siguen la opción B tendremos lo que en estos últimos meses hemos vivido intensamente: inseguridad. Niños que descubrieron que la delincuencia paga más que muchos (¿todos?) oficios. Puede ser desde un ladrón de un celular en un concierto, sin si quiera un arma blanca, hasta la mano derecha del Chapo Guzmán, controlando estados enteros de la República.

Claro que para elegir alguno de esos caminos influyen muchas cosas más, pero esto solo es un ejemplo de cómo teniendo aunque sea sólo una institución deficiente, en este caso la de educación, se crea cultura, ya sea buena o mala. ¿Qué sería de nosotros como mexicanos si tuviéramos una SEP, una CONADE, un IFE (ahora INE) de primerísima calidad? A ciencia cierta tendríamos más premios Nobel; los mexicanos somos inteligentes: nada menos el 9/11/14, donde niños mexicanos ganaron la competencia de robótica en la NASA[iv], por ejemplo. Tendríamos muchos más deportistas destacados de los que tenemos, pues talento hay, pero no suficiente apoyo e infraestructura. Tendríamos muy probablemente otros gobernantes, y con ellos otras políticas y otros destinos. Tendríamos posiblemente muchos menos desempleados, y sin ellos, muchos menos boleadores de zapatos, organilleros, mariachis, manejadores de trajineras, preparadores de esquites… ¿Cuál sería entonces nuestra imagen nacional si nos quedásemos sin ellos?

Cambiaríamos, claro, pero quizá para algo mejor. Dinamarca no tiene poco tiempo de ser un país desarrollado, y cuenta con mucha historia y cultura detrás de sí:
·         Sus vikingos.
·         Mitos y leyendas sobre troles.
·         Hygge: (en términos mexicanos) la situación y el momento de estar “a gustísimo”.
·         El popular Janteloven: los 10 mandamientos de la igualdad. En términos mexicanos, nadie puede ser mamón.
·         La cultura LEGO: así es, es una empresa danesa, el nombre proviene de: leg godt, que significa juega bien, haciendo alusión a ser honesto.
·         Christiana: ciudad hippie dentro de Copenhague; el Green light district, único lugar del mundo donde no hay leyes, se prohíben solo 4 cosas: no armas, no policías, no metanfetaminas, no correr.
·         Fama de ser ambientalistas, y casualmente las personas más felices del mundo.
·         Estatus social: donde se busca ser clase media y el snob no existe.
·         Su manera directa de hablar: no está en su deber dar explicaciones a nadie; solo usan el sorry en situaciones extremas, y no existe traducción directa de “por favor” al danés, pues no lo usan, ellos exigen.
·         Su frialdad: un apretón de manos es más que suficiente.
·         El ciclismo.
·         El handball: deporte nacional.
·         Los jardines del Tivoli: jardines excéntricos muy adornados dentro del parque de diversiones, rodeado de música, cafés, amigos, shows, arlequines; muy hygge.
·         Snaps: bebida alcóholica a base de papas.
·         Cerveza: Carlsberg, Tuborg, y las cervezas navideñas.
·         Alianza con Alemania en la Segunda Guerra Mundial.
·         El delicioso pan danés.
·         El altísimo consumo de tocino: Dinamarca tiene casi el doble de cerdos que de habitantes.
·         El dannebrog: serenata que entre amigos se llevan para festejar las bodas de plata.
·         El sistema de prisiones: Trátalo agresivamente, agresivo responderá”, la mayoría de los presos, mientras cumplen sentencia pueden ir a sus casa en fines de semana y manejar sus negocios vía teléfono o correspondencia.
·         Literatura: Hans Chrisitian Andersen y otros 2 premios Nobel en el área.
·         El Royal Danish Ballet.
·         Las sinfonías de Carl Nielsen.
·         Skagen: la ciudad de intelectuales, al norte de Dinamarca, donde pintores y músicos de toda Europa van a inspirarse.
·         La Reina Margrethe y toda la monarquía.
·         Su nivel de no-corrupción: el más alto del mundo (como vimos en mi nota pasada).

Esto, y mucho más moldea la cultura danesa para hacer a un danés lo que es, y sus instituciones están detrás. Dinamarca nos da el ejemplo de que desarrollarse no implica eliminar tradiciones y cultura. México evolucionaría con instituciones eficientes; nuestros gustos e intereses cambiarían, y como consecuencia nuestra oferta de bienes, servicios e industrias. Seríamos otros, a menos de que todos nuestros oficios se practiquen por placer, y no por necesidad, pero ese es un misterio que solo quienes los ofician saben.

Así que, otra explicación al por qué de la felicidad de los daneses es por el diseño y desempeño eficiente de sus instituciones. Si los mexicanos queremos escalar en el índice de felicidad podemos empezar por trabajar en mejorarlas.

Se mencionaron algunos datos sobre el sistema de educación danés en mi nota pasada, pero no escribí sobre los créditos educativos. Pero, ¿qué necesidad hay de que existan si el servicio es gratuito (hasta la maestría) y todos los alumnos tienen una beca mensual de MXN $13, 000?
La idea principal es para que el estudiante complemente sus estudios (una segunda licenciatura, segunda maestría o PhD) o su formación en general. Como ejemplo de esta última puede ser el caso de mi compañero de piso, quien solicitó un crédito para poder ir a Nueva York a tocar con su banda en una gira por EUA. Como estos préstamos los ofrece el estado, su objetivo no es que sea una fuente fuerte nacional de ingresos, por lo que las tasas son bajas (generalmente 4%, pero el Parlamento las puede modificar según casos específicos). Tienen un lapso de 15 años después de la graduación para terminar de pagar[v].

Como podemos ver, Dinamarca da todos los incentivos para que sus ciudadanos estudien.  Nuevamente: si queremos asemejarnos a ser un país desarrollado (y feliz), la educación es uno de los pilares que hay que mejorar.

Pero tanta educación requiere un descanso, ¿no?. El hecho de que se tengan precios altos en todo el país, más el hecho de todos estudien mucho, hace que nazcan los Friday Bars. Se puede tener una conferencia interesante a mediodía de un viernes común en el auditorio de una facultad, pero 12 horas después, allí mismo, se abre una barra donde se ofrecen bebidas mucho más baratas que en los bares de la ciudad, donde los alumnos y profesores pueden beber barato en un ambiente relajado e intelectual. En Aarhus, la ciudad donde vivo actualmente, el mejor y más famoso es el de Matemáticas. Y casualmente Filosofía, su eterno rival histórico, es quien le ofrece más competencia, pues vende las cervezas más baratas de toda la ciudad, y posiblemente las de toda Dinamarca: 5 DKK, o MXN $12.5. Química, medicina y teología no se quedan detrás, pero quienes sí lo hacen son los bares de la ciudad. Tal es la victoria de los Friday Bars sobre antros de la ciudad, que el gobierno ha prohibido que todas las facultades abran todos los viernes, así que ahora se turnan: un fin abre negocios, el siguiente derecho, después matemáticas, etc.

La justificación legal para beber dentro de, incluso salones, es fomentar la red de contactos, donde los estudiantes puedan convivir con profesores y alumnos de distintas áreas y edades, lo que aumenta la probabilidad de que el alumnado tenga un futuro exitoso. Incluso hay empresas que financian los Friday Bars para atraer a los estudiantes más brillantes[vi].

Quizá la estrategia les funcione, pues sin duda sus estudiantes le resultan ser productivos a la economía, pero no sin altos costos sociales. Vimos en mi artículo pasado que Dinamarca figura en el primer lugar de alcoholismo juvenil, y era claro esperar que después de la graduación siguieran bebiendo: el Global status report on alcohol and health 2014[vii] ubicó a Dinamarca en sexto lugar, de las 194 naciones pertenecientes a la ONU, en mayor consumo de alcohol per cápita. Beben 89.9 litros de cerveza per cápita anual, y 13.5 de alcohol puro.

Y como el viejo dicho dice: “Una cosa lleva a otra”, el alcoholismo puede llevar a la depresión[viii], donde las cosas se complican, y ya no se curan con chilaquiles o clamatos. Quizás el no ver el sol por tanto tiempo los deprima, o quizá es un error o evolución en la prescripción de los medicamentos, como dice The Guardian[ix] en una nota del año pasado, pero es un hecho que en Dinamarca el consumo de antidepresivos aumentó en más del 140% del año 2000 al 2011 (85 dosis diarias por cada 1000 habitantes). Quizás hemos sido unos tontos y no se nos ha ocurrido que para ser felices hay que erradicar la infelicidad, pues también Noruega (58 dosis diarias/1000 habitantes), Finlandia (70), Suecia (79) e Islandia (106, con el 1° lugar) están por sobre la media de la OCDE[x] en consumo de los mismos. Quizá ahorita mismo los machistas ya estén buscando una correlación positiva con el nivel de igualdad de género. Muchas cosas se podrán inferir, pero no olvidemos que en este periodo de once años se vivió en el mundo la segunda peor crisis económica de la historia. Con este punto en mente vemos que el consumo en Portugal y España, entre el año 2007 y 2011 aumentó en un 23%, y en Alemania un 46%. Aunque esto explique en parte el comportamiento, hay otros factores detrás, como el exceso de recetas de antidepresivos, o la capacidad de que curen ya otras enfermedades asociadas[xi], pero es un hecho que algo anda mal en torno a este tema en estas sociedades “alegre – depresivas”.

Con el alcoholismo y los antidepresivos confirmamos nuevamente que no existe utopía viviente. Ser de las sociedades más igualitarias en términos de género y clase económica, tener instituciones de primera clase, apoyo casi infinito para la educación, y las muchas otras cosas que vimos en mi artículo pasado, no garantizan un paraíso. Todo conlleva un costo.

La buena noticia es que la utopía no es necesaria para tener felicidad. Lo que sí es necesario para alcanzarla, según el Happiness Research Institute (HRI)[xii] es una receta con 8 ingredientes: confianza, seguridad, riqueza, libertad, trabajo, democracia, sociedad civil y balance vida-trabajo. Como podemos ver, son muy similares a los patrones que la OCDE toma para su Better Life Index, por lo tanto hay algo de correcto en que esos patrones lleven a la felicidad. Pero encuentro algo muy curioso en la perspectiva que tienen hacia la confianza y libertad:

Les gusta tener confianza en la gente: dejan a sus bebés en las carriolas afuera de las tiendas, los supers tienen productos afuera del edificio, dejan puestos de negocios sin atender, sabiendo que el cliente tomará un producto y pagará lo debido. Confían. Si hacen esto es porque no les gustar tener vigilancia. Pero a la vez les repudia que algunas personas tomen ventaja de esto (y de otros sistemas, como el pago de impuestos), por lo que instalan vigilancia para asegurarse de que el sistema en general funcione. Si este funciona como debe, entonces alcanzan la felicidad suprema; trabajan los 8 pistones que encienden la economía danesa, y eso los manda al paraíso. Modelado en una gráfica podría verse de la siguiente manera:
 Como podemos observar en la gráfica, a medida que incrementan las unidades de vigilancia, la felicidad también aumenta (asumí una relación de uno a uno, para fines de simplicidad). Esto quiere decir que les gusta tener un gobierno que observe y regule el sistema, de manera que funcione. Pero llega un punto en que “demasiada” vigilancia les incomoda. Como el estudio del HRI revela a través de la encuesta a 10, 000 daneses, confiar en el otro hace que las cosas sean más fáciles; más fáciles que contar con guardias de seguridad vigilando las calles, que instalar cámaras de seguridad en las tiendas, que poner códigos de barras en todos los productos, y que caminar con miedo por las calles. Eso los haría infelices., incluso tanto como si el sistema no funcionara en lo absoluto.

Me hubiera gustado graficar lo mismo para el caso de México, pero por lo que se ha vivido en el país en los últimos meses no estoy seguro qué tan conforme esté la gente con el sistema de vigilancia/seguridad. Por lo menos sabemos que para los ciudadanos de Ayotzinapa la gráfica sería totalmente distinta.

Para cerrar este segundo artículo sobre mi estancia en Dinamarca, solo quiero exponer mi reflexión sobre lo comentado vs. lo que se ha vivido recientemente en México:

Vivir en un país que tiene los mejores estándares de vida lleva a pensar que se ha viajado al futuro. Un futuro donde hay ciudadanos evolucionados preocupados por el desarrollo de la sociedad, de su economía y del medio ambiente. Si se camina por el callejón más cerrado de Ribe, o por la avenida principal de Copenhague se puede sentir que no hay problemas; que ya todo está arreglado; que ya llegamos a la meta. Sin embargo esto no es el futuro, es el mismo presente que vive México a miles de kilómetros de distancia. Mientras acá se subsidia el tour de una banda de rock estudiantil, con fines académicos, en Ayotzinapa desaparecen 43 estudiantes. El contraste es fuerte, pero se puede usar a nuestro favor: podemos traer cosas del “futuro”, pero con la ventaja de escoger qué llevarnos y qué no. Dinamarca y sus hermanos nórdicos han hecho experimentos que les han funcionado de maravilla, pero han conllevado costos que nosotros ya observamos y podemos evitar. Quizá hayamos pecado de Free-Riders, pero si ya lo hicimos entonces tomemos ventaja. Podemos llevarnos a Guerrero políticas educativas, a Sinaloa políticas de seguridad, al DF políticas ambientalistas. Podemos “extrapolar” lo mejor de estos países y evitar desastres como los recién vividos. Podemos depurarlas y dejar los antidepresivos en los escandinavos. Tenemos la receta y los efectos secundarios. Dejemos de ser necios y tomémonos la medicina, mi México.

Referencias




[i] http://scholarworks.gvsu.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1014&context=orpc
[ii] http://reports.weforum.org/global-gender-gap-report-2014/rankings/
[iii] http://justicewomen.com/cj_sweden_sp.html
[iv] http://mexico.cnn.com/tecnologia/2014/11/09/ninos-mexicanos-triunfan-con-proyectos-en-el-centro-espacial-de-la-nasa
[v] http://www.su.dk/English/Sider/agency.aspx
[vi] http://alcoholcultureindenmark.webbyen.dk/
[vii] http://www.who.int/substance_abuse/publications/global_alcohol_report/en/
[viii] http://www.apa.org/centrodeapoyo/alcohol.aspx
[ix] http://www.theguardian.com/society/2013/nov/20/antidepressant-use-rise-world-oecd
[x] http://www.oecd.org/els/health-systems/Health-at-a-Glance-2013.pdf
[xi] http://www.huffingtonpost.es/2013/11/21/antidepresivos-espana-consumo-decada_n_4315552.html
[xii] http://www.happinessresearchinstitute.com/danish-happiness-explained/4578972751