miércoles, 18 de marzo de 2015

Fungibilidad: El efecto sustitución y renta de recibir ayuda económica extranjera.

Nota escrita por Alejandro Limón Portillo

“Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”

Si no tenemos el derecho para decidir sobre el uso de nuestros recursos, ¿nos podemos llamar libres? Y si siendo libres hemos decidido mal, ¿estamos justificados para recibir ayuda?, ¿no será que el “donante” esté comprando poder de decisión?, ¿o sus intenciones son realmente buenas y caritativas?


Antes de comenzar a hablar de fungibilidad, es necesario dar una breve explicación de lo que es el efecto sustitución y el efecto ingreso: cuando varía el precio de un bien se observan dos tipos de efectos: varía tanto la tasa a la que se puede intercambiar un bien por otro, como el poder adquisitivo de nuestro dinero. Ejemplo: si tenemos dos bienes, y se abarata el #1, tendremos que renunciar a menos unidades del #2 para comprar el #1; es decir el cambio en el precio del bien #1 altera la tasa a la que sustituimos el bien 2 por el 1. Y al mismo tiempo, si se abarata el #1, significa que podemos comprar una mayor cantidad de dicho bien con la misma cantidad de dinero; o sea, aumentó nuestro poder de compra. Definido esto, podemos continuar con el desarrollo del tema.


El hecho de que los países donantes se preocupen por el destino de sus donaciones surge a raíz de que el 76% de la ayuda (destinada a reducir tasas de mortalidad) ofrecida a economías en vías de desarrollo (se tomó muestra de 48 países) termina en un sector distinto al inicialmente destinado. A éste fenómeno se le llama “fungibilidad”, y puede ser directa o indirecta. Es directa cuando el país receptor usa el dinero donado para los fines que le convengan (tuvo un aumento en el “ingreso” que puede usar donde se le antoje). Por ejemplo, quizás se le dio capital para mejorar la educación, y el gobierno en cambio decidió construir una iglesia (muchos gobiernos africanos hacen esto, pues una iglesia gana más votos que un programa que busca potenciar la productividad). Cuando es indirecta, el país donante establece en qué desea que se gaste la donación. Sin embargo eso no garantiza que el sector objetivo vaya a mejorar, pues parte de los recursos domésticos destinados al sector objetivo ya se pueden desviar, ya que está siendo cubierto por la ayuda (efecto sustitución). Es decir, el país donante sí aseguró que el sector objetivo esté cubierto, sin embargo no garantizó su mejora, pues le permitió al  país receptor liberar recursos que pudieron entonces ser usados en el área deseada; o sea funcionó como un simple aumento en el ingreso nacional.


 Un estudio realizado de 1971-1990, tomando como muestra 14 países en vías de desarrollo, descubrió que la ayuda fue fungible en 3 de cada 5 sectores examinados. Dichos países recibieron apoyo en materia de agricultura, energía y educación, pero desviaron entonces los recursos que antes destinaban a esas áreas a otros sectores. Sólo cuando se les asistió en materia de transporte y comunicaciones, se respetó el destino del dinero. A dichos países donantes les surgió preocupación cuando se descubrió que  el 11% de las donaciones económicas terminaban en fabricación de armas.

A raíz de esto, se iniciaron muchas investigaciones sobre la sustitución de ayuda por bienes militares.  Stein, Ishimatsu y Stoll  (1985) encontraron que la ayuda militar que EUA ofrecía a diferentes países resultaba en cambios en el presupuesto destinado a dicho rubro en el país receptor.  McGuire (1982) obtuvo resultados similares para el caso EUA-Israel: estimó que por cada $100 USD que recibía de EUA como ayuda económica (no militar), dirigía $40 USD a materias de defensa. Éste es un caso de fungibilidad parcial, el cual será explicado abajo gráficamente. Así mismo, Maizels y Nissanke (1986) concluyeron que la ayuda económica conlleva a un mayor gasto militar, aunque dicho resultado sólo se sostenía para países africanos.


Y ¿por qué un país decide cambiar el destino de la ayuda recibida? La utilidad es la respuesta. A continuación se ofrece un ejemplo y una gráfica para modelar el papel de ésta en la fungibilidad:
Supongamos que el gobierno de un país en vías de desarrollo compra solamente dos bienes públicos: educación y defensa, que ofrece a sus ciudadanos. Estos bienes los puede pagar con recursos generados domésticamente. Como extra, un país donante le ofrece ayuda en la compra de educación.
La restricción presupuestaria que va de B´ a  B ,  representa las elecciones de gasto público que puede hacer el gobierno local usando sus recursos domésticos. Dadas las preferencias del gobierno del país receptor, el punto A representa la combinación óptima de los dos bienes (defensa y educación) en ausencia de la donación. Sin embargo, cuando el donante aparece, da una cantidad G de ayuda en materia de educación al país receptor. Por simplicidad asumiremos que la ayuda no afecta al precio relativo de los bienes.



Sin embargo, aunque los precios no cambien, la ayuda si desplaza la restricción presupuestaria del país donante, pues ahora cuenta con más recursos, y entonces se convierte en la línea que va de B´C´  a  C.

Si tratamos una proporción 0<x<1 se presentan tres grados de fungibilidad de la ayuda:

a)      CASO 1: La ayuda es completamente fungible si x=1 donde la combinación óptima de bienes (escogidos después de la ayuda) es una solución interior (es decir, se escogerá siempre un mix de ambos, nunca uno sólo). Si  x=1  , la restricción presupuestaria incrementa (desplazándose a la derecha) en la misma cantidad que la ayuda recibida (cantidad G). El país entonces se moverá a un nuevo punto óptimo asociado con un mayor nivel de utilidad. En la gráfica se indica por el movimiento del punto A al punto E.

b)      CASO 2: La ayuda es totalmente no fungible si x=0 . En éste caso el país receptor no tiene la posibilidad de manipular sus recursos y es forzado por el país donante a gastar el dinero destinado en el sector objetivo. Dadas las preferencias del país, dicho movimiento es sub-óptimo, como lo muestra el desplazo del punto A al punto D.

c)       CASO 3:  La ayuda es parcialmente fungible si 0<x<1 . En éste caso, la restricción presupuestaria del país receptor se desplaza en la misma cantidad que la ayuda fungible. La nueva restricción presupuestaria (no mostrada en la gráfica) indica que el gasto en educación escogido por el país  más la parte no fungible de la ayuda debe ser mayor o igual a la cantidad de la ayuda. El país escogerá un punto óptimo (interior) en su nueva restricción presupuestaria y añade la parte no fungible de la ayuda a su gasto destinado a educación.  Este caso estaría dado por un punto entre E  y D en la línea de presupuesto “post-ayuda”,  y sería sub-óptimo (aunque tendría más utilidad que cuando es completamente no fungible).


El hecho de que la utilidad sea relativa explica por qué los países no siempre usan el dinero recibido en el sector objetivo. Pero, ¿ayudar a un país da el derecho de decidir sobre el uso de sus recursos? Porque si ése es el caso entonces la paz se ve amenaza, y por eso es que empecé la nota con la frase “Entre los individuos como en las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”, dicha por Benito Juárez (aunque unos se la atribuyen a Emmanuel Kant). ¿Será que por eso EUA tiene tantos enemigos? Pues según la OCDE, en el 2013, EUA fue el país que más dinero donó en el mundo (duplicando lo donado por el 2ndo lugar), y no es precisamente el país más amado. Pero si entonces ayudar a otras economías viola libertades ajenas y se desperdicia mucho dinero (hay evidencia que lo muestra; si se quiere más información recomiendo leer los artículos completos que usé y que están escritos en las referencias), entonces ¿debemos ignorar a países como la República Democrática del Congo, Burundi y Etiopía, catalogados como algunos de los más pobres del mundo, y dejarlos seguir padeciendo hambre, violencia y enfermedades? No, pero en vista de que gran parte de las donaciones resultan ser fungibles, considero que la mejor manera de transferir ayuda a una nación en vías de crecimiento sería relacionarla a un programa de gasto público que provea, detalladamente, recursos adecuados a sectores cruciales. Es decir, que se tenga bien especificado el destino de la ayuda y que se monitoreé constantemente la asignación correcta de la misma.


Sin embargo, considero que se le debe dar poder de participación al local; o sea que la ayuda se encuentre entre 0<x<1 , siendo parcialmente fungible. No puede suceder que x=1 pues generalmente los países pobres carecen de educación y por lo tanto la asignación de recursos no sería la óptima. Por otra parte x no puede ser = 0 pues se violaría la libertad del país receptor; además nada garantiza que el sector objetivo propuesto por el donante sea “mejor” que el propuesto por el local. Y si , entonces se le da la posibilidad al gobierno local de utilizar parte de la ayuda recibida en lo que ellos creen como más necesario (dada la cercanía con las necesidades), y de recibir ayuda en otro sector que en el extranjero se percibe como más necesario (el donante tiene experiencia, know-how y habilidades administrativas superiores que las locales). De ésta manera se complementan necesidades locales con necesidades sugeridas.

Al final el país receptor sí tendrá que ceder algo de libertad, pero no olvidemos que ésta, como todo en el mundo, tiene un precio, y tristemente, los países pobres no se encuentran en condiciones de pedir mucho por ella.



Referencias:

1.- Michael Sauter, Samuel Weigley, Alexander Hess. 24/7 Wall Street. 11 April 2011. 15 03 2015 <http://247wallst.com/special-report/2013/04/11/the-most-generous-countries-in-the-world/>.
2.- Nikolaos Zahariadis, Rick Travis, Paul Diehl. "Military substitution effects from foreign economic aid: Buying guns with foreign butter?" Social science quarterly (1990): Vol. 71 (4).
3.-Pettersson, Jan. "Child mortality: is aid fungibility in pro-poor expenditures sectors decisive?" Review of world economics (2007): Vol. 143 (4).
4.-Tarhan Feyzioglu, Vinaya Swaroop, Min Zhu. "A panel data analysis of the fungibility of foreign aid." The World Bank Economic Review (1998): 29-58.



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