martes, 28 de abril de 2015

"Efectos secundarios de la competitividad"

Un vistazo a las causas del mercado laboral infantil


Artículo escrito por Alejandro Limón Portillo


Está de moda hablar de competitividad. Cuando en México se anunció que habría una reforma en telecomunicaciones todos se pusieron felices pues Carlos Slim podría por fin bajar los precios de sus servicios telefónicos. “A mayor competencia, menores precios” fue el argumento que todo mexicano tenía en boca, ya que todo México es territorio Telcel, ¿no? Había llegado lo que todos estamos esperando por años; rogábamos por más competencia que nos trajera mayor calidad y dinero a nuestros bolsillos. “Pero, ¿por qué les tomó tanto tiempo a las autoridades abrir a la competencia ciertos sectores, si todos nos vemos beneficiados de dicha apertura?” Como buen economista (y quizás aguafiestas, algunos argumentarán), Andrei Shleifer escribió sobre los costos de crear mercados competitivos, para hacernos saber que no todo es color de rosa. Ésta nota será la primera de una serie que tratará más a detalle sobre la relación ética vs competitividad. Así mismo expondré los principales costos de tener un mercado abierto, y al final el lector decidirá si la relación es mutuamente excluyente. En ésta ocasión, la nota trata de cómo las empresas, ante la presión de la competencia, recurren a reducir costos contratando niños.

Mercado laboral infantil


Propón trabajo infantil en alguna de las economías avanzadas y tu nuevo hogar será la prisión. ¿La razón económica? El libre acceso al mercado de capitales y a las oportunidades educativas, las cuales existen en la mayoría de los países desarrollados, resultando en que dichas sociedades sea innecesaria e imposible la participación de niños en el mercado, ya que probablemente el niño esté estudiando.

Sin embargo, si se le pregunta a un campesino de Oaxaca qué puede hacer para aumentar su ingreso, responderá que un “chamaco” más. En zonas marginadas la función de los hijos es ser meramente capital humano: un par de manos y piernas extra que pueden fabricar manufactura, traer agua, recolectar vegetales y frutos, entre otras cosas. Además, cuando la alternativa a que los niños trabajen es la malnutrición y el consecuente surgimiento de enfermedades, entonces no parece la peor de las ideas mandarlos a trabajar.  Si es de interés del lector, recomiendo AMPLIAMENTE ver el documental “Los Herederos”, dirigido por Eugenio Polgovsky, donde demuestra muestra el papel de los niños en el campo mexicano. El link al tráiler es el siguiente: https://www.youtube.com/watch?v=fDyiISiXpHE .

Uno de los factores principales que determinan el que los padres decidan mandar o no a sus hijos a trabajar es la competitividad de los mercados. A continuación una breve descripción del funcionamiento del mercado laboral infantil:

DEMANDA DE NIÑOS:
Por la misma razón por la que una empresa contrata un becario en vez de a un profesional, una empresa contrata a niños en vez de a adultos: es más barato.  Si se reducen los costos por contratar a sueldos más bajos, entonces se puede vender el producto/servicio a un precio menor que le ganaría la demanda a la competencia. Ante un escenario competitivo, si las empresas quieren sobrevivir al mercado, deberán contratar niños para tener precios a la par de la competencia.

OFERTA DE NIÑOS:
Si los padres obligan a sus hijos a trabajar con el fin de obtener beneficios (mayores ingresos se traducen en más alimento), la competencia entre familias se intensifica, y se fuerza a más niños a entrar al mercado laboral.
La magnitud de la oferta laboral infantil depende de distintos factores, dentro de los cuales destacan tres:
  • a.       El valor que tiene la educación para los niños/padres.
  • b.      Oferta educativa existente.
  • c.   Si el mercado de capitales está lo suficientemente desarrollado para que sea más barato pedir prestado que mandar a los niños a trabajar.

En cuanto al inciso a), se tiene un estudio dela OCDE, publicado en el 2014, que revela lo siguiente:


El cuadro muestra las ventajas salariales que trae estudiar el nivel terciario (universidades, institutos técnicos, etc) vs estudiar nivel secundario (secundarias y preparatorias). En Chile, ganará más del doble (casi triple) un egresado de universidad que uno de secundaria/preparatoria. Los últimos cinco lugares los ocupan los nórdicos, entre otros países, donde como hemos visto en mis notas anteriores, los niveles educativos son tan altos que la graduación de un estudiante con “tertiary education” no es tan valuada como en países donde hay escasez de personal capacitado, y esto es lo que determina la diferencia salarial.

Sólo para aclarar: el orden descendente de la tabla no significa menor desarrollo, sino lo contrario.

Afortunadamente los últimos países de la lista son tan avanzados que el que la diferencia en salarios sea poca entre estudiar “secondary” y terciary education” no los incentiva a mandar a sus hijos a trabajar. Además de que probablemente existan leyes robustan que lo prohíban, existe un nivel de igualdad económica (por lo menos en Dinamarca) tan equitativo que la gran mayoría de la población tiene un alto calidad de vida, nulificando la necesidad de mandar a los niños al mercado laboral para tener ingresos extra.

Para los países que lideran la lista, la valuación de la educación es alta, sin embargo la posibilidad de pertenecer a la “tertiary education”  debe ser baja y complicada, pues son pocos los que la consiguen, y por lo mismo son altamente pagados en comparación a los que tienen educación secundaria. El hecho de que quizás resulte complicado estudiar el nivel terciario, hace que los padres vean difícil el objetivo, y por lo tanto renuncien a lograrlo y manden en vez a sus hijos a trabajar. Es por eso que Chile, 1ero de la lista, tiene 229,000 niños laborando (2013), y Brasil, quien le sigue, tiene más de 5 millones haciéndolo también, según la Investigación Nacional por Muestra de Domicilios (PNED por sus siglas en portugués).

Es decir, la valuación a estudiar es tan alta que resulta en ser muy difícil de alcanzar. Por el contrario, en los países nórdicos (ubicados los tres en los últimos cinco lugares de la lista) la educación no sólo es gratuita y de alta calidad, sino que además el gobierno ofrece generosas becas mensuales a los estudiantes. Así, se consigue que la gran mayoría de la población esté muy bien capacitada, que todos tengan título, y que por lo tanto la diferencia salarial (y la desigualdad económica por ende) sea mínima. De igual manera el estudiante tendrá todos los motivos para estudiar, ignorando por completo la remota posibilidad de trabajar desde niño.

En el caso del inciso b) , la cantidad y calidad de la oferta educativa juega un papel importante en la decisión de estudiar o trabajar. Para ejemplificar lo dicho, qué mejor que hacerlo con datos empíricos:
Pearson (del Financial Times) junto con The Economist Intelligence Unit, hicieron un ranking de calidad educativa de diversos países del mundo. Comparemos los primeros y los últimos cinco de la lista junto con el “Child labour index 2014” hecho por Maplecroft, para ver la relación existente:

El primer lugar en calidad educativa lo lidera Corea del Sur, seguido por Japón, Singapur, Hong Kong y Finlandia.  De igual manera, los últimos cinco son Colombia, Argentina, Brazil, México e Indonesia, respectivamente.  Dichos países tienen la siguiente calificación en el índice de trabajo infantil:

PAÍS
RANKING EN CHILD LABOUR INDEX 2014
Corea del Sur
Low risk
Japón
Medium risk
Singapur
Medium risk
Hong Kong
High risk
Finlandia
Low risk
Colombia
High/extreme risk
Argentina
High risk
Brazil
High/extreme risk
México
Extreme risk
Indonesia
Extreme risk


l     Aunque Maplecroft hizo el índice en cuanto al riesgo que tiene el trabajo infantil en los países, y no por el país con mayor número de niños laborando, sí nos sirve, pues a mayor cantidad de menores trabajando, mayor riesgo de sufrir daños (datos que sí tenemos).


Lo ideal para conocer la correlación entre dichas variables hubiera sido correr una regresión, pero no fue necesario, ya que la simple tabla nos deja ver el tipo de relación que existe entre ambas: en los primeros 5 países en calidad educativa se tienen 2 países con bajo riesgo, 2 en mediano y 1 en alto. En los  últimos 5 países se tienen 1 en alto riesgo, 2 en alto/extremo y 2 en extremo.

El resultado es el siguiente: ante menor calidad educativa ofertada, mayor el riesgo de que un niño sufra daños trabajando.  Y en el caso de México la cantidad también juega un papel importante. Cuando el 92% de los solicitantes a la UNAM son rechazados (2012), ¿qué incentivo se tiene a estudiar? Al año (2012) 115,837 estudiantes al año fueron rechazados; y cuando los recursos son escasos, como es el caso de muchas familias mexicanas, el costo de oportunidad de estudiar, con el fin de poder algún día entrar a la UNAM (descarto por obvias razones a las universidades privadas), son altísimos. No los culpo.

En cuanto al inciso c), la importancia de un mercado de capitales fuerte y sano también juega un papel fundamental en la determinación de la oferta de niños en el mercado laboral de menores: si las tasas son accesibles para las familias, entonces preferirán pedir dinero antes que mandar a sus hijos a trabajar.

Según la ENIGH (Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de Hogares) del 2013, el 50% de los hogares más pobres (o sea, los primeros cinco deciles) concentran sólo el 20.4% del ingreso corriente de México, y el decil más rico casi el 35%. En una economía con ésas características, a los dueños de microcréditos no les es necesario ofrecer tasas bajas para atraer clientes, pues ésos no faltan. Por eso es que México es el país que los vende más caros dentro de Latinoamérica, a una tasa promedio de 63.1%, mientras que en el  centro y sur del continente la media es de 28.3%.

¡Aguas! No estoy diciendo que las tasas las deba regular el gobierno.  Simplemente expongo las condiciones a las que se ve sometida una familia cuando observa tales tasas en el mercado; mercado al que probablemente sea al único que pueda acceder, pues fuera de los microcréditos difícilmente puedan encontrar lugar.

Éste es simplemente el caso de México donde, como podemos ver en gran parte de los cruces de calles, hay niños vendiendo chicles, haciendo malabares, escupiendo fuego, limpiando parabrisas, etc. Y esto sin contar a los miles empleados en el campo, como se puede observar en el documental “Los herederos” . Quizás, solo quizás, si se tuviera un acceso más amigable a los microcréditos, las familias pobres tendrían mayores ingresos, haciendo innecesaria la oferta de niños al mercado laboral.


El mercado laboral de menores es un asunto complejo y profundo, con muchos factores de por medio que van más allá de los económicos. Creo que para comprenderlo de lleno y así poder erradicarlo, habría que hacer un sólido estudio multidisciplinario, sin embargo este es un blog de temas económicos, y por eso sólo nos concentramos en ésos factores. Lo que es un hecho que nos compete a todos, independientemente del área de estudio, es que un niño que hoy trabaja y no estudia, será mañana un adulto insuficientemente educado y formado, que pasará irremediablemente a las filas de la pobreza, donde en la búsqueda de sobrevivir procreará hijos que le proveerán de ingresos…

Como dije al inicio, Andrei Shleifer escribe sobre otros efectos que la competitividad de mercados tiene en la sociedad, y cómo quizás fuerza a empresas a hacer actos no éticos. Cabe aclarar que Shleifer solamente los expone con un breve análisis del que yo me base para complementar con ideas propias; es decir: lo escrito en éste artículo no quiere decir que Shleifer lo haya dicho y que por lo tanto esté de acuerdo con esto.

Los espero en mi siguiente serie de notas de “Efectos secundarios de la competitividad”, donde el tema a tratar será el alto pago que los ejecutivos reciben, donde podrán entender por qué quizás sí es justo su salario. 


REFERENCIAS:

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