martes, 21 de octubre de 2014

Efecto Domino

Artículo escrito por Rosa Yuritzi Ramírez Montiel. 

Para iniciar con este tema, se han preguntado: ¿qué tan conectados estamos para reflejar la economía de nuestro país?  El flujo circular cerrado de la economía (microeconomía) nos ayudará a llegar a la respuesta planteada. 

El flujo consiste en tres importantes partes, que son:
·   El gobierno, que tiene funciones como: proveer educación, salud, seguridad, empleo, crecimiento económico, desarrollo sustentable, combate a la pobreza, recaudación de impuestos, entre otros para la mejora día a día del ciudadano. Con esta organización, la familia y las empresas podrán convivir en un mejor ambiente para desarrollarse profesionalmente.
·   Las empresas, en donde se incluye a toda empresa nacional que tiene la función de proporcionar crecimiento económico por medio de su producción.


·   Las familias tienen dos papeles importantes, porque son quienes complementan nuestro flujo. Son dueñas de los factores de producción (tierra, trabajo, capital) y del conocimiento asociado, y son la unidad elemental de consumo. 


     La interacción de estos agentes provoca dos mercados: 1) el mercado de bienes y servicios, que consiste en la oferta de bienes y servicios al sector familia para satisfacer sus necesidades, por parte de las empresas, para que estas reciban a cambio un bien que es el dinero para volver a utilizarlo, ya sea para mayor producción, inversión, etc. y 2) el mercado de factores, que es donde las familias ofrecen los factores de producción a las empresas para recibir dinero que les sirve para tener poder de compra en el flujo. Estos mercados son observados y regulados por el gobierno, bajo las funciones que tiene, para conseguir el beneficio de ambos. Las familias depositan en el gobierno el poder para resolver algunos de los problemas que le atañen, mientras que al mismo tiempo le otorgan la capacidad de regular las actividades económicas. Las empresas cuentan con el apoyo del gobierno para crecer dentro del país ofreciendo sus bienes y servicios a las familias.

     Para hacer una demostración de cómo funciona este flujo, hablemos de Brenda y Carlos con sus dos hijos; ellos forman una familia. El matrimonio desde hace 3 años ofrece su trabajo a la empresa “Klatz” por $36,000 entre los dos mensualmente; la empresa se dedica a la distribución de productos agrícolas. Por otra parte, el gobierno ha incorporado un subsidio a este tipo de bienes porque han tenido problemas de escasez. Esta ayuda beneficia a la empresa para que no suba los precios de sus bienes y pueda seguir distribuyéndolos a las familias. No solo se ve afectada “Klatz”, sino también otras empresas con el mismo giro y las empresas que producen dichos producto agrícolas. La familia de Brenda y Carlos depende de estos bienes, porque su alimentación está basada en la compra de estos productos. Ellos gastan aproximadamente $6,000 en bienes de la empresa “Klatz”.
     En nuestro ejemplo, encontramos a los mercados y los agentes mencionados en constante interacción. Existen muchos movimientos en un día, y millones en el transcurso del año, y solo por mencionar algunos conocemos las nuevas políticas para el crecimiento, nuevos edificios para la salud y educación de las familias, apoyo financiero a empresas, impulso para la mejora de la seguridad en el país, ganancia de mayor credibilidad del gobierno frente a las familias, empresas con nuevos proyectos para crecer, desarrollo de la tecnología, etc. Todos estos movimientos se reflejan en los análisis económicos. Por ejemplo, la población ocupada, que es la que está aportando ingresos a las familias, en los últimos trimestres no ha tenido crecimiento y al compararla con el año 2013 tenemos una reducción de 58,140 personas. Aquí es donde el gobierno puede empezar a tomar medidas para generar empleo y crecimiento económico.


     Las personas empleadas generan bienes y servicios en las empresas, entonces para medir esta producción, tomaremos en cuenta el índice global de productividad laboral de la economía. Observamos que a pesar de que la población ocupada se está reduciendo, el índice no se ve afectado. Esto es una buena noticia para el PIN (Producto Interno Neto), porque el nivel de vida de las familias y la salud de las empresas están mejorando conforme pasa el tiempo. Aunque estos dos agentes se encuentren bien, esto no refleja totalmente la mejora del flujo, porque tenemos una baja en la población ocupada y no sabemos qué repercusiones puedan existir para las empresas, las familias y el gobierno al momento de seguir planeando crecimiento; por lo tanto hay que tomar medidas para los siguientes trimestres.



      Ahora el PIN nos ayudará a observar que tan eficientes han sido los trabajos de los tres agentes. Tenemos un crecimiento de 426,658.59 millones de pesos en el último año. Las propuestas e implementaciones que se realizaron en el 2013 generaron beneficios para todos en ese mismo año. Por el historial que se observa, se puede deducir que las decisiones que han tomado los agentes son buenas. El crecimiento del PIN del país desde el 2009 no ha dejado de crecer.


     Entonces, ¿qué tan conectados estamos para reflejar la economía de nuestro país? La respuesta es que estamos bastante conectados, porque cada agente tiene un papel importante en llevar el bienestar para sí y para la economía. Si uno falla todos nos vemos afectados; existe una sinergia, no hay más. Las decisiones hechas día a día se verán reflejadas en un futuro en los índices económicos. Para este año tenemos una crisis azucarera (porque hay exceso de oferta), la ley de ingresos del 2015 con nuevas modificaciones en los impuestos y aumento en la deuda pública. También se espera que la ropa mexicana siga creciendo como hasta ahora, estuvo la devaluación del peso en la semana pasada (que es la peor de este año), se sabe que la producción de esferas crece cada año 5%, en Chiapas se busca elevar la competitividad empresarial, entre muchas otras cosas.
     Los tres agentes pueden reflejar un efecto domino, porque si uno tiene problemas, contamina al resto. Por esta razón, es necesario que ellos tomen medidas para detener el efecto, ya que existe una gran incertidumbre en si las decisiones que se tomen en ese momento resolverán el problema rápidamente para que no se enferme todo el flujo y se haga un círculo vicioso inmediatamente.








martes, 14 de octubre de 2014

El gobierno de los bienes comunes

Artículo escrito por Axel Chávez Godínez

Estaba pensando qué tema dedicarle a esta nota, cuando se me vino a la mente que para cualquier economista, el principio de esta semana estará marcado por un acontecimiento que se celebra una vez cada año: me refiero a que se darán a conocer el o los ganadores del Premio Nobel de Economía. Cuando me vino a la mente esta idea, pensé que sería un buen tema especular quien sería el ganador; no obstante, mis esfuerzos prontamente se tornaron vanos al tener argumentos suficientes solo para descartar a unos cuantos favoritos. Fue entonces cuando decidí dedicar mi nota a algún ganador en especial, y qué mejor que Elinor Ostrom, quien es la única mujer ganadora del nobel de economía y a cuya obra he recurrido últimamente en repetidas ocasiones.
El problema estudiado por Ostrom en la ciencia económica se le denomina “la tragedia de los comunes”. Este nombre es resultado del trabajo pionero de Garrett Hardin y hoy en día es utilizado como sinónimo de una situación de degradación del ambiente a la que se puede llegar debido a la explotación de recursos naturales de libre acceso; el ejemplo por excelencia de este tipo de escenarios es el de los pastizales de uso común. Imaginemos una aldea de pastores, en la cual todos los miembros tienen acceso a los pastizales y donde sus animales pueden encontrar alimento. La zona de pastizales puede albergar un número determinado de ganado antes de llegar a su punto de sobreexplotación. En la aldea cada pastor es libre de introducir el número de cabezas de ganado que considere pertinente y no incurre en ningún costo directo por introducir una unidad de ganado adicional. Bajo esta perspectiva, Hardin llega a la conclusión de que prontamente el pastizal llegará a su punto de sobreexplotación, pues todos los pastores tienen fuertes incentivos para llevar a los pastizales el mayor número de cabezas de ganado. Esto termina por generar un problema aún mayor, pues los recursos naturales del pastizal terminan por ser insuficientes, lo que afecta la calidad (y tal vez cantidad) del ganado, y con lo que cada pastor resulta estar en peor situación de la que se hubiera alcanzado si en su conjunto no hubieran sobrepasado los límites del pastizal.
Una manera formal de modelar el problema de los pastizales, es mediante el conocido “dilema de los prisioneros”. Supongamos (solo por simplificar) que en la aldea habitan dos pastores; por otro lado el pastizal es capaz de albergar un total de “L” cabezas de ganado antes de llegar a su punto de sobre explotación, de esta forma cada pastor se encuentra con dos posibilidades de acción: individualmente pueden elegir  "L/2" cabezas de ganado o cualquier monto mayor. Si ambos eligen "L/2" cabezas, los máximos beneficios se dividen al dejar a sus respectivos rebaños en los pastizales. Digamos que obtienen un beneficio de 10 unidades cada uno, por lo que en el caso de que un pastor escoja un número de cabezas de ganado superior a "L/2" , el pastor que eligió el mayor número de ganado obtiene un beneficio de 11 unidades mientras que el otro enfrenta una pérdida de -1. Si ambos eligen llevar al pastizal una cantidad mayor a "L/2" el beneficio es nulo; esto lo podemos observar en la Figura 1.


En la Figura 1 se describe el diagrama de la situación, donde la alternativa “C” representa cuando ambos pastores cooperan eligiendo "L/2" unidades de ganado y “D” es cuando ambos desertan y eligen algo mayor a "L/2". Como se puede ver, la mejor alternativa para cualquier pastor es desertar, sin importar lo que el otro haga, por lo que siempre se termina por incurrir en la tragedia de los comunes.
Para escapar de esta solución, varios han propuesto como vía de solución la intervención gubernamental. Para incluir este elemento en el modelo, supongamos que los pastores recurren a un agente llamado Estado, quien ahora multa a cualquier pastor que elije desertar y le retira 2 unidades de beneficio. Bajo este esquema la situación resultante queda expresada en la Figura 2; ahora desertar ya no es costeable pues siempre se puede lograr un mejor resultado cooperando y también se puede obtener un beneficio de 10 unidades en vez de 9 unidades (lo máximo que se obtiene al no cooperar). Sin embargo, ¿cuál es el problema de recurrir al Estado y evitar la tragedia de los comunes en el uso de los recursos naturales? Bueno, en primer lugar los costos de monitoreo pueden ser muy altos y la supervisión no siempre es perfecta, por lo que algunos agentes pueden evadir la multa (si no, preguntémosle a los traficantes de animales exóticos). Es así que la intervención gubernamental no es efectiva la mayoría de las veces en la práctica.
Otra posible solución a la tragedia de los comunes es el mercado, al conceder a los pastores derechos de propiedad sobre porciones del pastizal; pero esta alternativa, al ser aplicada a la mayoría de los recursos naturales, se vuelve muy compleja y no está exenta de generar asignaciones ineficientes de los recursos naturales. En este contexto, la solución que propuso Elinor Ostrom (por la cual se hizo acreedora al nobel) fue lo que se conoce como “Acción Colectiva”, es decir la posibilidad de que los mismos pastores generaran esquemas institucionales que les permitieran evitar la tragedia, por ejemplo pactando un contrato administrado por un tercer agente ajeno al problema.
El núcleo de la teoría de Ostrom no es que la acción colectiva sea superior al Estado o al mercado para la administración de los recursos de uso común, si no que en una situación donde se incurra en la tragedia de los comunes, es posible idear esquemas de acción colectiva para superar esta ineficiencia. En la práctica, Ostrom ha diseñado mecanismos de acción colectiva aplicables a pesquerías y a problemas relacionados con la tenencia de la tierra, con buenos resultados, por lo que la labor de Ostrom se ha alzado hoy en día como una tercera vía de solución al problema de la administración de los recursos de uso común en contrapuesta a la intervención gubernamental y al mercado.

martes, 7 de octubre de 2014

“El trade-off de la felicidad subjetiva”

 Una guía para valuar a nuestro México

Artículo escrito por Alejandro Limón Portillo

Alguien lo compartió en Facebook; luego salió en las noticias y algunos periodistas importantes lo twittearon: “Dinamarca, el país más feliz del mundo”.

Al principio leí un poco sobre la noticia y sobre el tema. Me interesó. Pero no encontraba una respuesta real que me dijera qué hacían los daneses para ser felices. Primero pensé en verlo por mis propios ojos, pero creí que vivirlo sería la mejor forma de averiguarlo. Y así es como estoy cursando mi segundo mes viviendo en Aarhus, la segunda ciudad más grande de Dinamarca. Estaré aquí por 14 semanas más tratando de averiguar qué hace que unas de las razas más frías del mundo se proclame la más feliz del planeta. Para encontrar la respuesta, o por lo menos un intento de ella, se necesita partir de las preguntas básicas: ¿qué es la felicidad?, ¿qué hace feliz a la gente?, ¿qué tienen ellos que nosotros como mexicanos no?

Como este no es un blog de filosofía ni sociología, no me aventuraré a hacerle de Séneca y darles una definición de felicidad. E incluso, aunque fuera un blog de dichas áreas, no tengo (y estoy muy lejos de hacerlo) una definición acertada. ¿Cuánta gente ha muerto sin saberlo?, ¿cuánta gente muere buscándola?, y ¿cuán pocos logran vivirla y entenderla?

Lo que sí puedo ofrecerles es el enfoque que la ciencia económica le da a la felicidad. Como mencioné un par de párrafos arriba, estaré otras 14 semanas más viviendo en Dinamarca, así que cada una de las notas que escriba a lo largo de este periodo, estarán relacionadas con el tema de la felicidad social. Seis semanas es muy poco para conocer una ciudad, su gente y sus valores, pero es tiempo suficiente para darte cuenta por lo menos de su “epidermis”. También estoy consciente que después de los meses restantes experimentando y conociendo a la raza danesa, estaré muy lejos de entenderla, sin embargo confío en poder dar una razón más sensata sobre el resultado que varios estudios ofrecen sobre su felicidad. Así que usando información sobre el índice de la OCDE “para una vida mejor”, otras fuentes (citadas al final de la nota),  y la vida propia en este país, trataré de averiguar si esta sociedad verdaderamente se encuentra realizada. Los invito a leer los varios artículos que publicaré a lo largo del semestre.

Sería difícil para cualquiera definir la palabra felicidad. Arrastra cultura, (¿educación?), salud, ingresos, amor, y estoy seguro que una infinidad de cosas más, pero lleva principalmente subjetividad. ¿Cómo dar una sola definición a algo que nos es distinto a cada uno de los 7 mil millones de habitantes que vivimos en la Tierra? Para unos será un Lamborghini, para otros una bici;  algunos somos felices corriendo y sudando, otros leyendo; alguien es feliz acampando en el Himalaya, otro lo será esquiando en la artífice ciudad de Dubai; alguno estará realizado jugando para el Real Madrid, y otra será feliz casada con un humilde y honrado campesino del sureste mexicano. Quién sabe. Pero lo que es real es que a todos nos gusta el bienestar, y el bienestar es primo de la felicidad, y a diferencia de esta última, se puede calcular, o por lo menos se intenta.

La OCDE lanzó en el 2011 la Better Life Initiative, que busca mejorar el progreso de la sociedad a través de once formas de bienestar: hogar, ingresos, trabajo, comunidad, educación, medio ambiente, compromiso cívico, salud, satisfacción con la vida, seguridad y balance vida-trabajo. Y como adivinarán por el título de la nota que leen, en el lugar número 1 figura Dinamarca.

Estoy convencido de que el dinero no significa la felicidad, pero como diría el dicho mexicano: “vaya que se le parece”. Y Dinamarca es una viva prueba de ello; el dinero ha sido el medio para conseguir mejores estándares de vida. Usando algunos de los parámetros de bienestar de la OCDE, observamos a los daneses de la siguiente manera:

·         INGRESOS:
o    El ingreso ajustado neto (cantidad que una familia gana después de impuestos), por hogar promedio es de $25,172 USD al año, superior al promedio de la OCDE (considerando los altísimos impuestos que pagan).
·         EMPLEO:
o   El 73% de la población entre 15 y 64 años tiene empleo,  superior al promedio de la OCDE.
o   Trabajan 1546 horas al año, o 37 a la semana,  menor al promedio de la OCDE. Como Yuritzi Ramírez bien dice en su nota del 2 de septiembre, el secreto radica en la productividad.
o   Solo el 2% se excede de las horas de trabajo, inferior al promedio de la OCDE.
o   Puesto número 1 del ranking Best Country for Business, de Forbes (2009).
·         EDUCACIÓN:
o   El 77% de los adultos tienen título de preparatoria; mayor que la media de la OCDE.
o   El estudiante promedio alcanza 498 puntos en habilidades lectoras, matemáticas y ciencias, superior a la media de la OCDE. Y un dato interesante: las mujeres salieron más altas que los varones, lo que habla del nivel de equidad de género en el país.
·         SALUD:
o   El promedio de vida es de 80 años, igual al promedio de la OCDE.
·         COMPROMISO CÍVICO:
o   El 96% de las personas confían en tener a alguien en momentos de necesidad, mayor que el promedio de la OCDE. Según una encuesta de SoCap, la sociedad danesa es la que más confía en el prójimo, por lo tanto la transparencia política es mejor que un cristal recién fabricado.
o   La participación de voto fue de 88% en las elecciones, lo que refleja la confianza en el gobierno y en las instituciones. El porcentaje es mayor que el de la media de la OCDE.
o    Según el “Índice de percepción de corrupción” del año 2013, de la Agencia de Transparencia Internacional, Dinamarca es el país  menos corrupto del mundo.
·         SEGURIDAD:
o    Es el segundo país más pacífico del mundo (detrás de Islandia), según el Índice de Paz Global del 2014. México ocupa el 138.
·         SATISFACCIÓN CON LA VIDA:
·         El 84% de las personas dicen tener mayores experiencias positivas que negativas en un día. Mayor al promedio de la OCDE.

Y aquí es donde probablemente los acérrimos defensores de la estadística y econometría rebatirán, pues estos datos son solo estadísticas. Sí, es verdad que fueron obtenidos mediante una muestra aleatoria representativa de la población danesa, probablemente pasaron por pruebas de hipótesis, se usaron regresiones, etc. Pero estos datos no revelan lo que un danés cenando sí: la vida diaria; la experiencia.  Pero ¡aguas!, no estoy diciendo que el índice esté incorrecto, ni que los números sean una farsa. Como estudiante de economía no solo creo en la estadística y en sus procesos, sino que me ha tocado (desafortunadamente), junto con buenos amigos (afortunadamente), demostrar sus diversos teoremas a lo largo de la carrera, aprendiendo (por las malas) que es una herramienta que es real y que sí funciona;  en México, Dinamarca y China, 2+2 siempre será igual a 4, no hay pierde.  Las estadísticas del país no mienten, pero tampoco representan una utopía. Al final de la nota pongo algunas razones del porqué de esta idea, pero primero continuaré presumiéndoles a estos vikingos.

Partamos de qué ha hecho Dinamarca para lograr lo que hoy es. Primero que nada, han adoptado un modelo de bienestar (característico de los nórdicos) que garantiza protección social para todos, poniendo especial atención en la distribución de ingresos. Para lograr esto tienen un sistema de impuestos muy avanzado en el que pagan cantidades altísimas de sus ingresos, pero en el que confían ciegamente (recordar los resultados de la encuesta SoCap). De esta manera, los recursos son asignados de manera que la sociedad tenga el mayor bienestar posible, lo que a su vez encaja con los valores que les inculcan desde muy chicos en las escuelas: colectividad, igualdad, solidaridad, derechos humanos y democracia. Estos son los pilares de su educación; tomemos nota, México. El cumplir con ellos les da enorme felicidad, sienten que contribuyen al “contrato social” que hace al país girar como una rueda bien aceitada de la que están muy orgullosos y de la que presumen cada que pueden. Y si algo hace que se sientan indignados y heridos, es que alguien no contribuya a aceitarla: aborrecen especialmente a los inmigrantes de Europa del este que, buscando salir de sus países pobres para buscar un mejor futuro, llegan a Dinamarca, gozando gratis, entre otras cosas, de universidades de alto nivel, pero sin pagar un solo impuesto. Quizás sean solo generalizaciones, pero les creo: el único con el que he podido hablar (un rumano) me enseñó como tiraba a la basura los sobres que le llegan demandándole pago de impuestos. Quién no se iba a enojar.

Los principales beneficios que gozan con este famoso estado de bienestar son los siguientes:

1.      Educación gratuita.- No pagan nada del kínder hasta la maestría. No se hable sobre la calidad del servicio educativo que reciben.
2.      Subsidio para la educación.- Para todos los estudiantes mayores de edad, el estado les da poco más de 5,300 coronas danesas al mes, es decir, 725 euros mensuales o $13,050 MXN mensuales (aclaro que es aparte de no pagar colegiatura).
3.      Servicio médico gratuito de alta calidad.- Cobertura total desde una gripa hasta el peor de los cánceres. Dan al ciudadano la posibilidad de escoger al médico que deseé de toda Dinamarca. Se incluye todo servicio médico, excepto el dental.
4.      Pensión de vejez.
5.       Subsidio de vivienda para personas de salarios bajos.
6.       Servicio de bibliotecas gratis.
7.      Permiso por maternidad.- Un año a repartir entre padre y madre (vuélvase a notar la enorme igualdad de género). La madre debe tener como mínimo 126 días, y el padre 14. Además, los primeros 6 meses se paga el 100% de sueldo.

En cuanto a la política, todos los partidos apoyan al estado de bienestar, sin embargo la tasa de impuestos siempre les ha funcionado como el mejor debate. Pero aún así están a favor del modelo: en el año 2007 el gobierno anunció una reducción de impuestos, pero la respuesta no fue la esperada: hubo huelgas y manifestaciones en las principales ciudades de Dinamarca, apoyando una campaña cuyo logo decía: “Sí al bienestar para todos. No a la reducción de impuestos”. En el año 2009, 30% de la población opinó que los impuestos debían ser elevados. Un último ejemplo: según el instituto de Analysis Green, 7 de cada 10 ciudadanos están de acuerdo con el sistema actual de impuestos. Mucho que reflexionar como mexicanos…

Suena inspirador y motivante. “Vamos a vivir a Dinamarca”, estará pensando algún lector, pero cuando se entere de que el impuesto sobre la renta puede ser mayor al 55%, quizás de repente se le antojen unos tacos de pastor con salsa roja.

Dinamarca tiene un sistema de impuestos progresivo, es decir, a mayores ingresos, mayores retribuciones que pagar. Se ha hablado y discutido mucho del modelo de Robin Hood en México: “que los ricos paguen más”, y yo, estando lejos de ser rico, estoy en contra de eso. Antes de que el lector cierre el blog, le pido que lea el siguiente argumento:  en un país como México, donde la economía informal es mayor al 60%, gravar aún más a los que sí aportan significaría castigar al productivo y culparlo por el crecimiento económico. Gravar la productividad es lo menos que nuestro país necesita. Pero de lo que sí está sediento es de aumentar la base gravable. Pero esto no es nada nuevo, no es el elixir de la economía nacional, lo sabemos todos desde hace tiempo, lo domina Videgaray y Chong, y aunque usted no lo crea Peña también. Pero dejemos el tema de la corrupción para algún otro post. Aquí en Dinamarca se pueden dar “el lujo” de pagar impuestos porque ven el efecto de hacerlo. Como diría el juez y escritor antiguo Oliver Holmes: “I like to pay taxes. With them I buy civilization”. ¿Podemos decir lo mismo, mexicanos? He ahí la diferencia.

La tabla siguiente muestra el sistema de impuestos progresivo. Está es quizás un tanto “aproximada”, porque la tasa depende de la zona en que vivas, sin embargo la variación es poca.



Las tasas y los ingresos son anuales, sin embargo no dejan de ser cantidades enormes a pagar. Y aunque no todos tienen un “súper ingreso” con el que deban pagar 59%  o incluso un 43.58% del ISR, todos están sujetos a muchos otros impuestos. Por ejemplo, el IVA es del 25% para todos los productos. Ah, y no soy muy fans de Ronald Coase, porque sí (y vaya que sí) pagan las externalidades negativas: tienen un impuesto verde con el que tratan de compensar a la sociedad por las emisiones de dióxido de carbono que emiten los autos. ¿Cómo la compensan? Pagando un impuesto de matriculación (ponerle placas al coche) de 180% del valor del auto. Así que el que todos anden en bici no es cuestión de moda hipster ni ninguna casualidad. Es una postura ganar-ganar: hacen ejercicio, se mantienen saludables, se enferman menos, no contaminan, se independizan (y ahorran) del precio del petróleo, ocupan menos espacio, no hacen tráfico, etc. Me deprime pensar lo mucho que nos falta para tener la visión de estos semi-albinos que hoy tienen los impuestos ambientales más altos de toda la Unión Europea. Cabe mencionar que el gobierno introdujo este regalo (porque sí lo es, si no lo cree el lector mexicano, recuerde un viernes de quincena y puente a las 7pm al sur de la Ciudad de México) a sus ciudadanos hace más de 30 años.


Ya metidos en el tema de impuestos quiero compartirles las dudas que me han surgido sobre el liberalismo económico. No soy un libertario apasionado o un aguerrido del laissez-faire, pero la economía del libre mercado me ha logrado convencer a lo largo de la carrera. Las muchas demostraciones matemáticas, las gráficas que muestran como el bienestar es mayor cuando se comercia libremente, las cajas de Edgeworth, y los miles de modelos que hemos estudiado en la licenciatura, me han probado que la libertad económica es buena, o sea, que entre menos intervenga el Estado en la economía, mejor. ¡Pero caray!, el modelo danés me mueve el tapete, porque si hay algo que no tienen ellos es libertad económica, y eso no me lo pueden rebatir; sin embargo tienen una economía más que firme. “Frihed under ansvar” canta su lema cuya traducción al español sería: “Libertad bajo responsabilidad”… ¿Libertad? Llámelo como quiera el lector, pero las demostraciones matemáticas del liberalismo económico parecen no haber tomado el vuelo a Dinamarca. Quisiera tener una explicación a esta duda, y espero tenerla para las notas posteriores. Son muy bienvenidas sus opiniones y comentarios al respecto.

Hay muchas más virtudes que este país tiene y que lo hace ser de los más felices del mundo, pero las escribiré en notas posteriores. Sin embargo sí pongo algunas de los vicios que tiene, pues como en todos lados: no todo son sonrisas.

Quisiera que un psicólogo o sociólogo me explicara cómo el país supuestamente más feliz del mundo ocupa el onceavo lugar en tasa de suicidios. Así es, son felices pagando impuestos, andando en bici, aprendiendo de las mejores escuelas, ahorrando, no gastando en enfermedades, teniendo una excelente economía, pero aun así, se suicidan. Las cifras del Washington Post revelan que ocupa el onceavo lugar con 11.3 personas por cada 100,000. Es decir, se quitan la vida casi tres veces más que los mexicanos (4.4). Ahora la moneda gira a nuestro favor: ¿qué hacemos nosotros que nos triplica las ganas de seguir viviendo, y que a ellos no? ¿Sopes?, ¿corridos?, ¿pasión por el futbol?, ¿adicción a las telenovelas?, ¿tráfico?, ¿pobreza?... No lo sé, pero estos datos ponen en duda al índice de la OCDE.

Como dije: no todo son risas y diversión. La soledad es un problema que los acecha muy de cerca. Platicando con unas danesas (eso sí, guapérrimas) me contaban que hay un problema que el gobierno está tratando de erradicar desde hace ya bastante tiempo: el aislamiento. Quizás sea la falta de sol, la lluvia diaria, las nubes grises, pero tratar de sacar plática a un danés a media calle puede hacer creer a uno que irá a la silla eléctrica por la mirada que recibe. Si quieres y buscas silencio no te adentres en el bosque, ni salgas a caminar a una calle tranquila; solo súbete a un camión. Los camiones, caray, parecen cementerios andantes, donde parece que a los mosquitos se les cobra por subir, porque ni un zumbido se escucha. Ya sea estudiando, leyendo, oyendo música o revisando Instagram, resulta imposible recibir de ellos un amistoso “¡Hola!” en el vehículo. Si se encuentran del lado de la ventana, y hay alguien sentado a su lado impidiéndoles el libre paso, ¿saben cómo le hacen para salir? No dirigen la palabra, sólo se soban las piernas. Sí, como cuando buscamos que la fricción con los pantalones nos den calor en las manos. Así hacen cuando se acerca su parada, e incrementan el ritmo hasta que la persona de al lado se percata y finalmente se mueve. ¿Los más felices del mundo…? Como dije en un inicio: los números no representan una utopía.

Y no sé de dónde haya obtenido sus datos SoCap, o cómo los haya usado, pero la viva experiencia creo que en este caso cuenta con una mejor base de datos, porque en una conferencia que recibimos en la semana introductoria al semestre, nos dieron una posible explicación al comportamiento social de la soledad y la exclusión: el pago de impuestos. El pagarlos parece hacerlos sentir como si no debieran absolutamente nada ni al gobierno ni al pueblo danés; ellos ya contribuyeron con su obligación.  Es decir, pagando impuestos no sólo compran educación, servicios de salud, miles de prestaciones, aire limpio y demás cosas que ya mencionamos, sino que les sobra un poco para comprar individualismo. No he tenido la oportunidad de verlo, pero dicho por el conferencista danés: “cuando tienen algún problema, nadie ofrece ayuda”. Quizás en México no seamos los más amables, pero cuando preguntas por una dirección recibes como mínimo una sonrisa. Aquí hasta esas son caras.

Un último ejemplo antes de cerrar mi nota mensual. Según la OCDE (2013), Dinamarca tiene la tasa más alta de alcoholismo en jóvenes. Ahora el encontrarse arriba de la media en este rubro no es motivo de orgullo. Y, ¿la alta educación?, ¿los valores?, ¿el súper sistema de salud? Diría Fernanda Familiar: “hasta en los mejores países”. No tengo muy claras las razones, ni he leído ni preguntando sobre este problema, pero tengo tiempo suficiente para investigar y tenerles más información sobre esto para el próximo mes.

De pronto dejó de ser una tierra de ensueño, ¿verdad? ¿Dónde quedaron las bellas historias de Christian Andersen? ¿Se fueron a tomar con sus amigos infantiles, o peor aún, se suicidaron? La cuestión es que en todos lados hay de todo. No hay paraíso en la tierra. No hay utopía viviente. Los problemas son parte de la vida diaria de todo humano, ya sea como un indigente pidiendo limosna en el metro Allende, o como un joven alcohólico con ideas suicidas en pleno centro de Copenhague. Hasta ahora lo que he aprendido es que es un trade-off. Quizás el que más me ha hecho reflexionar. Si hay problemas (nada sencillos) en el país más feliz del planeta, lo hay en todos lados. Siento decepcionarlos o despertarlos. Y así como resulta difícil e impreciso tratar de medir la felicidad y el bienestar, también resulta muy complicado darle valores a este trade-off que hace tan distinto a nuestros países, pero también tan similares por la cercanía a las dificultades. Que alguien me diga de verdad qué es mejor: ¿un camión con un silencio ensordecedor, o un metro atestado de música, olores, ruidos y sabores? Qué es mejor: ¿un servicio de salud de altísima calidad, o un IMSS donde atender una fractura puede conseguir una cita hasta el mes próximo? Qué es mejor: ¿Felices suicidándose, o mariachis partiéndose el lomo tratando de sobrevivir?

Como estas, miles de comparaciones más. Cada país tendrá sus bellezas y asperezas, pero es un hecho que este trade-off nos define a todos y a cada uno de nosotros en este mundo, y por eso yo lo llamo: el trade-off de la felicidad subjetiva, el más complejo de todos.

Si quieren saber un poco más sobre el tema, les recomiendo ver el siguiente video:
REFERENCIAS:
 1.-  Gola, Petr. Confédération Fiscale Européene. n.d. <https://www.cfe-eutax.org/taxation/environmental-taxes/denmark>.
2.- international, Transparency. Transparency International. 2013. <http://www.transparency.org/cpi2013/results>.
3.- June, Dwan. Washington Post. 2005. 2014 <http://www.washingtonpost.com/wp-srv/world/suiciderate.html>.
4.- macro, Datos. DATOSMACRO. 2014. <http://www.datosmacro.com/paises/dinamarca>.
5.- OECD. OECD. n.d. <http://www.oecdbetterlifeindex.org/countries/denmark/>.
6.- Pope, Tara Parker. NY Times. 22 April 2013. <http://well.blogs.nytimes.com/2011/04/22/happiest-places-post-highest-suicide-rates/?_php=true&_type=blogs&_r=0>.
7.- Wikipedia. Wikipedia. 2013. <http://es.wikipedia.org/wiki/Dinamarca#Estado_de_bienestar>.